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Consultora en temas de Inteligencia Económica y Estrategia.

jueves, 20 de octubre de 2011

¿A qué le estamos apostando?

Los dominicanos llevamos como una medalla de Oro el hecho de que, a pesar de las turbulencias económicas de escala mundial de la última década, crecemos "sostenidamente" y por encima del resto de América Latina. Algunas estadísticas, sin embargo, nos hacen pensar que esa medalla nos puede durar poco o que quizás los resultados reflejan la utilización de "esteroides económicos". Los préstamos se canalizan al consumo y no a la inversión, exportamos lo mismo que hace más de 5 años y tenemos una de las tasas de desempleo más alta de América Latina.

La canalización del crédito privado es un primer síntoma. En el período 1996-2004 los préstamos a los sectores productivos (Agropecuaria, Industria, Construcción y Comercio) representaban casi el 60% del total de los créditos otorgados por los bancos comerciales, los préstamos al Sector Público eran un 10.5% y los personales un 12.5%, el resto se canalizaba a Otras Actividades. En los últimos 5 años el panorama es muy diferente. El período 2005-2010, vemos que los sectores productivos sólo han recibido un 44% del Total de Préstamos, de los cuáles el comercio absorbe el 32.6%, mientras que la participación de préstamos al sector público y al consumo se han incrementado a 14.1% y 26% respectivamente. Es decir, del crecimiento neto de los últimos años, los préstamos personales han absorbido más de un 70%.

Lo anterior se ha reflejado en un crecimiento basado en la demanda interna y bajo crecimiento de las exportaciones. En el 2010 exportamos lo mismo que exportamos en el 2004 en términos reales. Mientras en el período 2005 – 2010 el aumento del consumo ha provocado un incremento en las importaciones de un 39%, las exportaciones solamente crecieron un 1.7%. La balanza comercial es cada vez más deficitaria y los ingresos por turismo y remesas no compensan este deterioro. La política cambiaria no ha incentivado las exportaciones tampoco. En economías pequeñas como las nuestras, la capacidad de exportar constituye un elemento clave para producir más y por ende para garantizar un mayor bienestar. Nuestra capacidad de exportar se incrementa en la medida que podamos ser competitivos: mano de obra calificada, costos de energía competitivos, acceso a crédito a buenas tasas. Pocas de estas condiciones la tienen nuestros exportadores.

El crecimiento no se sustenta en una mejora de la calidad de la mano de obra y del nivel de vida. El nivel educativo de la fuerza laboral de un país es un buen indicador de las perspectivas de crecimiento del mismo. En nuestro caso, las últimas estadísticas del Mercado de Trabajo nos muestran que de los 3.8 millones de dominicanos perceptores de ingresos, el 41% solamente ha alcanzado la educación Primaria, el 30% la Secundaria, sólo el 22% la Universitaria, mientras que un 7% no tiene ningún nivel de instrucción. Dados estos niveles de preparación académica de la Oferta Laboral, en gran parte se explica que el 57% de los empleados corresponda al Sector Informal. Por si nuestros amigos lectores no lo sabían, para el 2010, la República Dominicana, aunque estuvo entre los 7 países de mejor desempeño económico en América Latina, en materia de desempleo, obtuvo nada más y nada menos que la peor posición. Nuestra tasa de desempleo ampliada de 14.4% fue la mayor, superando con creces el promedio de 7.6% de la región.

A todo esto debe adicionarse un Estado cada vez más endeudado y que debido a la baja productividad de la mano de obra e ineficiencias productivas, debe dedicar gran parte de su presupuesto a transferencias sociales y subsidios. El presupuesto del estado cada día tiene menos holgura para apoyar la iniciativa privada y servir de apoyo complementario a la inversión privada. seguros de que podemos seguir con nuestra "Economía del Chanfle" ad infinitum!

¿A QUE DEBEMOS APOSTAR ENTONCES? A una inversión en educación de calidad y que sin perder la visión de largo plazo, se enfoque en mejorar las distorsiones de corto plazo. Debemos apostar a un manejo de las finanzas públicas que garantice que las recaudaciones adicionales se puedan destinar a fortalecer la productividad de los individuos y las empresas. Apostemos a instituciones fuertes y reglas del juego claras y respectadas que garanticen que nuestro país sea un buen lugar para invertir. Apostemos a una economía robusta y no a una "Economía del Chanfle".

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